Foto por Catholic Church (England and Wales)

La denuncia al Papa y a los otros tres miembros del clero, es por no castigar a los sacerdotes violadores y por encubrirlos sistemáticamente a nivel mundial.

Según Pam Spees, abogada del Centro por los Derechos Constitucionales (CCR) , organización que ha presentado la denuncia, “Las practicas son las mismas en todos los niveles de la Iglesia: los que deciden hablar en contra son castigados, y el Vaticano se niega a colaborar con los agentes de la ley. Es evidente que protegen a los sacerdotes y los dejan continuar dentro de la Iglesia. A causa de estas decisiones, otros niños son violados o abusados sexualmente”

Estamos hablando de la Iglesia Católica, aunque por el párrafo anterior parecería que nos estuviéramos refiriendo a una banda de mafiosos. Este hecho es un hito en una historia como la de la Iglesia Católica, marcada por asesinatos, oscurantismo, traiciones, violaciones, y crímenes tan atroces como los perpetrados por la conocida Inquisición.

El documento presentado por la CCR sostiene que el Papa, como cabeza de la Iglesia Católica, es el responsable en ultima instancia, del abuso sexual de los sacerdotes y de su encubrimiento. Tal y como sucede en una jerarquía militar. Megan Petersen, ciudadana norteamericana de Minnesota, es una de las victimas incluidas en la denuncia. Ella ganó la semana pasada su denuncia civil contra la diócesis de Crookston, en la que alegaba que el sacerdote Joseph Jeyapaul, la había violado repetidas veces cuando era una niña.

Pero esto no es todo, el último reporte de una organización tan seria y creíble como Amnistía Internacional, cita por primera vez a la Iglesia Católica y concluye que durante las últimas décadas hay una amplia evidencia de casos de abuso sexual a niños perpetrados por miembros del clero. Con todo respeto, imaginémonos que la Corte Penal Internacional declara culpable a esta banda de presuntos violadores mafiosos presidida por el Papa. ¿Cuál sería el resultado?

La corte al tener jurisprudencia sobre todos los estados firmantes del Tratado de Roma, enviaría a Benedicto XVI a terminar sus días al lado del mercenario Charles Taylor, del reclutador de niños Tomas Lubanga y otros monstruos de la historia.

Finalmente, un sacerdote católico violador es tan monstruo como cualquier otro violador, y para Los Divulgadores es aún peor. Además, nadie debe estar por encima del brazo de la ley, ni el mismísimo representante de Dios en la Tierra, el Papa.

Jesús dijo alguna vez, “Dejad que los niños vengan a mi…” parece que algunos miembros de la Iglesia Católica mal interpretaron seriamente sus palabras.


Fuente: Losdivulgadores