jueves, 23 de abril de 2015

Así es el viaje por la ruta migratoria más mortífera del mundo



Unos 1.600 migrantes han muerto en lo que va del año en el Mediterráneo.

La mujer de Faris Abu Nemr y dos de sus hijas salieron hace unos días en barco de la ciudad egipcia de Alejandría, donde llegaron huyendo de la guerra civil siria.

Su destino: Europa.

“Ahora mismo deben estar en el medio del mar” le dice a la BBC Abu Nemr, sentado en un sofá con su hijo de nueve años al lado.

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En esa travesía por mar hacia el ansiado continente murieron al menos 1.600 migrantes en lo que va de año. Se trata de una estimación, ya que nadie sabe con exactitud cuántos fueron en realidad.

El Mediterráneo es la ruta migratoria más mortífera del mundo, según la Agencia de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR).

Egipto se ha convertido en uno de los principales puntos de tránsito para los migrantes que intentan llegar a Europa.

“Están en las manos de Dios”, dice Abu Nemr con resignación.

Él y su hijo se quedaron atrás porque Abu Nemr está enfermo y no puede emprender ese peligroso viaje

.
                                      Abu Nemr y su hijo se separaron del resto de la familia.

Su mujer “no pudo aguantar más” y se llevó a las dos hijas. Pagaron US$2.500 por persona.

De entre los migrantes que logran llegar a Europa, casi la mitad son sirios o eritreos, según los datos de la agencia de fronteras de la Unión Europea, Frontex.

Mientras los primeros huyen de una guerra, los segundos lo hacen de un gobierno represivo.

Todos los migrantes huyen o van en busca de algo.
Ahorrar en el camino

Tijan Lagne, gambiano de 23 años, huyó de la falta de perspectivas.

Ahora trabaja en Mauritania, donde lleva tres años intentando ahorrar lo suficiente para poder llegar a Libia para, desde allí, cruzar a Europ
a.

“En tres meses quiero salir de aquí, ir a Libia, de allí a Italia, y de Italia a Alemania”, explica, vestido con una gorra y ropa ancha.

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Jagne sabe que el viaje es peligroso, pero “así es la vida”, dice. “Si te vas, te vas para siempre. Nunca vuelves”.

Lagne trabaja de camarero mientras sueña con iniciar el viaje que espera que le cambie la vida.



Tijan Lagne tiene 23 años y sueña con una mejor vida en Europa.

Aunque no ignora los riesgos, no los toma en cuenta.

“Algunos van y mueren. Es una locura, es una locura, lo sé. Pero no tengo miedo, no tengo miedo”, repite.
Cruzar el desierto

El desierto del Sáhara puede ser tan mortífero como el Mediterráneo.

La ciudad de Gao, en el noreste de Malí, es la entrada al Sáhara para muchos migrantes que intentan llegar a Europa.


La ciudad de Gao, en el noreste de Malí, es uno de los núcleos en los que se concentran los migrantes.

Situada a unos 2.000 kilómetros de la costa mediterránea, Gao es el último lugar relativamente seguro antes de un viaje en camión de seis días a través del desierto en el que muchos de los migrantes mueren.

El periodista de la BBC Alex Duval se encontró allí con un grupo de jóvenes que esperaban antes de iniciar el peligroso viaje.

Cada uno pagó US$400 para llegar hasta Argelia. El lugar donde esperan se conoce como “gueto”.

Cientos de africanos que sueñan con un futuro en Europa atraviesan uno de los tres “guetos” de Gao cada mes.

Sardou Maiga, mecánico, dice que las redes de tráfico se aprovechan del cansancio de los migrantes y de su ignorancia sobre la geografía.


“Ellos han comprado billetes desde Bamako hasta Libia. Nosotros tenemos un servicio de autobús desde Niamey a Arlit, en la frontera con Libia”, explica Maiga.

“Pero los migrantes tienen que cambiar de autobús en Gao y es ahí donde los desvían y los venden a los camioneros Tuareg que van a Argelia”.

“Puede que mueran en el viaje porque si hay problemas, los conductores los abandonarán en el desierto”, dice Maiga.

Theodis Windel Dennis, liberiano de 26 años, explica que salió de Liberia con US$1.100 la semana anterior.

“Ya no me queda nada. Fui a Senegal, donde pagué US$400 para un billete a Marruecos. Pero me engañaron”, dice.

En Malí, el ejército le exigió dinero en cada puesto de control.

“Cuando el autobús llegó a Gao, me robaron mi bolsa con el teléfono, la crema para el pelo, el resto del dinero que tenía y el pasaporte”, dice.
Libia

A la ciudad libia de Zintan, a unos 100 kilómetros del Mediterráneo, llegan cientos de migrantes africanos cada mes.

Libia se ha convertido en un punto de partida clave para los migrantes.

La razón es que en el país no hay un gobierno efectivo desde la caída de Muammar Gadafi, en 2011.

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Cientos de grupos armados luchan por territorio e influencia.

El tráfico de personas ha florecido en este contexto y los traficantes ganan grandes cantidades de dinero haciendo subir a los migrantes desesperados a barcos que, en muchos casos, no cumplen las condiciones para completar la travesía.

John llegó a Zintan hace dos meses y no ha conseguido ahorrar casi nada. Dice que puede tardar dos años en reunir los US$1.000 que le piden para poder subir a un barco.


Muchos migrantes esperan una oportunidad en Libia.

“Algunos días no encuentro nada de trabajo. Otros sí, pero nos pagan cinco o diez dólares”, explica.

Los migrantes viven en condiciones duras, algunos en minúsculos almacenes.

Mientras, las autoridades libias se quejan de que no reciben ayuda de nadie.

El ministro del Interior de Italia, Giuliano Alfano, advirtió hace meses que si la Unión Europea no intentaba estabilizar libia, los cadáveres de los migrantes iban a seguir llegando a sus costas.

Aun si consiguen llegar a Libia, muchos acaban en centros de detención.

En uno de estos centros situado en la ciudad de Misrata, el periodista de la BBC Quentin Sommerville vio que 500 hombres compartían un solo baño.

Algunos llevaban allí hasta siete meses, sin comida suficiente.
Subir al barco

Cuando llega el momento del viaje, muchos son engañados por los traficantes.

Les dicen que viajarán en un barco grande y se encuentran, en muchos casos, con una simple lancha.


Los migrantes viven en condiciones muy duras.

Ali Walujam pagó US$740 por el viaje. “El hombre libio nos mintió, nos dijo que era un barco grande, y nos encontramos con este”, relata a Quentin Sommerville, señalando una lancha de goma.

“Y nos forzó a entrar con una pistola”, relata Waluham.

Los 300 ocupantes pasaron un día a la deriva hasta que fueron rescatados por la guarda costera libia.
Cruzar o morir

Muchos no tienen esa suerte y acaban naufragando.

El pasado domingo murieron unas 800 personas tras naufragar el barco en el que viajaban, que había salido de la costa libia.

Se trata del naufragio más mortífero en el Mediterráneo entre los registrados hasta ahora.

El capitán del barco, de nacionalidad tunecina, sobrevivió y fue acusado de homicidio imprudente múltiple.

Los 28 supervivientes del naufragio descansan en un centro para migrantes.

Flavio Di Giacomo, de la Organización Internacional de Migraciones (IOM) explicó que los supervivientes están “muy cansados” y “muy impactados” por lo sucedido.

La misión de búsqueda y rescate de migrantes de la armada italiana, Mare Nostrum, rescató aunas 170.000 personas en el año en que estuvo en funcionamiento, hasta octubre de 2014.

Tritón, la misión de la Unión Europa que reemplazó a Mare Nostrum -con menor presupuesto y alcance que esta- rescató 11.000 migrantes en los últimos dos meses del pasado año.

http://www.bbc.co.uk/mundo/noticias/2015/04/150421_migrantes_ruta_europa_testimonios_ac

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